miércoles, febrero 22, 2012

Una visita a la realidad.

Por: Orlando Luis Pardo.*
Nunca se sabe qué es peor. La debacle de un hospital en ruinas, como la mayoría de Ciudad de La Habana o quizás de todo el país, o la precisión no menos mortífera de una sala de terapia de lujo, uno de esos hangares de ciencia-ficción que salen en las películas del Primer Mundo y que, de pronto, un Día del Amor cualquiera tú también te lo topas, pero en un rincón de El Vedado.
29 y E, aproximadamente.
Oncología y Radiobiología, dice en la fachada con una tipografía escalofriante. En el lobby, una obra de arte monstruosa de modernidad está dedicada a la “esperanza”. Es obvio que entramos en un terreno donde el materialismo y Dios comparten la misma patria isotrópica (como isótopos radiactivos).
Traté de entrar y salir con anteojeras. Sin reparar en detalles. Sin humanizar los rostros de los que vienen en silla de ruedas hacia mí. Sin oír los quejidos de la cama de al lado. Sin entender la lengua materna que dice en pleno pasillo la edad de ese muchacho (el maxilar minado) o de aquella adolescente calva (la sangre licuada).
Saludé a mis familiares como si hubiese regresado de un largo exilio. Miré afuera por los cristales velados. Juro que no supe decir cuál era aquella ciudad, mucho menos en cuál fecha estábamos. La noche tan bella y yo sin ganas de darme cuenta de que aún respiraba. Yo venía no del extranjero, sino de entre los muertos. Muertos por ahora sin diagnóstico de cáncer, como mi prima del campo, pero igual ya listos para ir soltando pedazos de operación en operación. Pedazos de memoria cortados de gratis. Mareo. No sentir absolutamente nada de nada. Irreconocer los rostros avejentados de otros primos menores que yo. Horror. Cuando despierte, tendré de pronto como cien años.
La tenían sedada, en un saloncito de lujo. Llena de tubos. Glosectomía parcial, creí entender o al menos reconstruí el vocablo gracias a la etimología. Mi prima tendría que volver a aprender a hablar. Tendría, también, que aferrarse a aquel monumento amateur a la esperanza. Esta no es su primera intervención quirúrgica. Y de tanto cut-and-paste el cuerpo se nos acaba.

El parte médico fue gentil. Cada enfermero con porte de reguetonero profesional, tan llenos de vitalidad y humor. Nos asomamos por un cristal a la sala de terapia intensiva. Bastante inflamada por la manipulación invasiva, ella dormía con una mueca de dolor. Pesadillas, seguro. Pesadillas de no poder ni tampoco querer despertar.
En media hora yo estaba libre otra vez. Un borracho echaba pestes del gobierno sobre el contén (desde que lo vi, supe que ese detalle no sería narrable: demasiado literario, demasiada alegoría de un buen final contrastado para una crónica, pero fue así). Decía que él sí había vivido el capitalismo y que por eso él sí sabía lo que era vivir. No lo creo. Se notaba aún joven entre la mugre apestosa y la falta de luz. El capitalismo cubano hoy por hoy queda demasiado lejos en el pasado. No le creí. Demasiada reiteración de la palabras vida y vivir. A lo mejor se le moría alguien allá dentro y no se atrevía a pasar. Estamos atrapados.
Los equipos se veían tan pulcros. El piso de algún material sintético, brillaba bajo los neones. Un aire acondicionado a tope. Y sin embargo cierta sensación sobrecogedora de soledad. Morir será lo más fácil. Afuera en la calle 23 no faltaba definitivamente nadie. Están todos los que están, incluyéndome a mí. Los que estén acostados a las 8 de la noche no tienen nada que hacer aquí. Es como si nunca hubieran existido. Como si nunca hubiéramos existido. Nausea.

Recuerdo mis estudios de Bioquímica, en el siglo pasado, no muy lejos de allí: en 25 y K, aproximadamente. Leíamos sobre los mil y un mecanismos moleculares del cáncer (tengo colegas de aula que se han doctorado en el tema). Casi bello. Un reloj fuera de control. Travesuras de la evolución, virus incluidos. Pero hay mil y una estrategias desarrollables para burlarnos mañana del cáncer. El hombre tiene bastante idea de qué hacer al respecto. Sólo nos falta tiempo y dinero. Y el planeta no nos dará la misericordia de semejante oportunidad. Tampoco la historia, con sus crisis y revoluciones perennes. Por el momento, cortamos pedacitos de carne. Inyectamos algún que otro anticuerpo monoclonal o suero radiactivo. Y sacamos estadísticas esperanzadoras, como nos impone el mausoleo a priori que te da la bienvenida a ese hospital resucitado de entre sus ruinas, en 29 y F.
*Reside y resiste en La Habanada desde 1971. Ex-critor post-cubano y blogger free-lance, flagtógrafo y twitterati insomne terminal. Edita en Blog Boringhomeutopics.

1 comentario:

viva cuba libre dijo...

El socialismo es la Filosofia del Fracaso, Credores de la Ignorancia, La practica de la, Envidia, Su Peor Defecto Injerente, son la distribusion de la Miseria,
"Sr Winton Chorchil.
Yo lo Vivi, Crean la Cultura de Miedo, La "Igualdad Hambre para los trabajadores y Paredon para los, Opositores, Represion Priciones Torturas, Asesinatos politicos,
Omar Blanco Martinez, Ex Prisionero politico,
P nar del Rio,
Ahora Vivo en el Destierro, En Libertad, Viva Cuba, Libre y democratica